¿Qué es la custodia propia?

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Estamos muy acostumbrados a dejar las cosas bajo la custodia de otros.


La custodia se refiere al cuidado protector o tutela de algo. De forma habitual, dejamos los activos bajo la custodia de bancos, gestores de inversión e intercambios.

Originalmente, los bancos albergaban dinero exclusivamente físico y eran lugares en los que podrías dejar tu dinero y objetos de valor y sentir la seguridad de que estaban protegidos. Los bancos tenían bóvedas, mientras que tú tenías almohadas y tarima.

La versión de custodia propia de una bóveda bancaria es como una caja fuerte para el hogar: renuncias a gran parte de la seguridad del banco, pero tienes control total sobre los activos que has almacenado en ella. Y no solo significa que tienes control sobre ellos, sino también que nadie más lo tiene. Sin embargo, la responsabilidad de proteger esos activos es totalmente tuya.

Como la actividad financiera más moderna (incluida la banca) se ha vuelto digital, es normal pensar que los activos existen electrónicamente: de hecho, solo el 8 % de todo el dinero de la Tierra existe físicamente.

El otro 92 % no es físico: cuando recibes un cheque de pago, pagas tu suscripción a Netflix o compras un cáliz medieval en Amazon, esas transacciones están ocurriendo digitalmente sin que se intercambie ninguna cantidad de dinero físico.

Es normal pensar que los bancos son los lugares en los que almacenamos nuestro dinero y nuestros activos, ya que siempre hemos confiado en ellos, pero el mundo físico y el digital son completamente diferentes.


Depender de un banco o de un intercambio de criptomonedas para la custodia de tus activos tiene algunos inconvenientes. Por ejemplo, siempre debes autenticarte en tu banco para que te dejen acceder a tus cuentas. Suele ser bueno hasta que una transacción inusual (como la compra de un cáliz medieval) le parezca sospechosa al custodio, quien podría decidir entonces bloquear tus cuentas. O bien tiene lugar un desplome financiero y tu custodio pone límites a la venta de acciones de tus cuentas o, lo que es peor, un desplome del mercado manda a tu banco a la bancarrota y no puedes retirar tu dinero.

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Todo esto evidencia que existe un intermediario que es quien controla realmente tus activos y quien te autoriza a acceder a ellos, un permiso que pueden retirarte...


Esta es una de las diferencias esenciales con respecto a las criptomonedas: tú puedes ser el custodio de tus propios activos digitales, y de ahí es de donde proviene el término «custodia propia».

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¿Cómo?

Pero, ¿cómo es posible?

Después de todo, siempre tiene que haber alguien que tenga tus activos digitales. ¿No ejecutas un servidor o base de datos para hacer un seguimiento de los activos digitales porque las cosas importantes las hacen los bancos y los gobiernos?

Bueno, el caso es que sí lo haces. O más bien podrías hacerlo. Esta era la idea técnica central tras las primeras criptomonedas. Las redes de criptomonedas son en realidad redes globales abiertas y compartidas: no son propiedad de ningún grupo, equipo, empresa, persona o gobierno concreto. No necesitas permiso para unirte o acceder a ellas. Las llevan grupos de personas no muy distintas a ti, que ejecutan software en sus ordenadores para servir de nodos en la red. Cada nodo se sincroniza con el resto de la red y contiene su propia copia independiente de los datos de red. Así se asegura la red en general mediante la descentralización: si la red se ejecuta en tres mil nodos, es casi imposible comprometerla lo suficiente como para dañar toda la red; sería un poco como intentar capturar un banco de peces completo con una redecita.

Esta red es la que hace la función de banco o cualquier otro depositario. Tus activos digitales viven en ella, y como aprendimos en la última lección, tu identidad digital es lo que te autentifica en la red a través de la posesión de información secreta: tus claves criptográficas privadas, guardadas de forma segura en tu monedero criptográfico. Las billeteras de criptomonedas como MetaMask se hacen llamar «de custodia propia» por una razón: tú eres quien custodia tu cuenta y solo tú puedes acceder a tus claves privadas. No hay otras personas encargadas de la custodia que tengan que controlar tus activos, así que no hay nadie que pueda impedir que interactúes con ellos. La red siempre está activada y disponible para ti. Pero al igual que una caja fuerte en casa: eres el responsable de la seguridad y de mantener a salvo tus claves privadas y frase secreta de recuperación.

La llegada de la custodia propia ha introducido una era de verdadera propiedad digital, algo que trataremos en la próxima lección.

¿Qué es la custodia propia?

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    La custodia propia es la verdadera propiedad digital

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    Las billeteras de custodia propia como MetaMask no tienen acceso ni control sobre mis activos, están siempre activadas y me permiten otorgar permisos

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    La custodia propia significa que soy yo quien protege y guarda mis activos, con control absoluto sobre ellos

¿Listo para dar el siguiente paso?

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